¿Yo mato, tú matas...? / Voy y vuelvo
Nada puede disculpar hacer justicia por mano propia, ni siquiera la propia falta de justicia.
Tiene razón el alcalde Gustavo Petro cuando condena los recientes actos en los que un grupo de personas la emprendió contra un ladrón hasta dejarlo malherido.El hombre llegó hasta un centro asistencial y, posteriormente, murió, fruto de la golpiza y la mala atención del servicio de salud.
Para el mandatario, este tipo de ‘seguridad’ que los ciudadanos creen estar brindando lo único que genera es mayor sensación de inseguridad. Por tanto, no hay nada que alabar en acciones semejantes.
Este ejemplo de hacer justicia por mano propia no fue el único que convulsionó las redes sociales esta semana. Leí en El Espectador que el exalcalde Mockus debió intervenir para que otro supuesto ladrón no corriera la misma suerte. Y ya hasta existen páginas en internet que difunden escenas o fotografías de sujetos que han sido sometidos a esa especie de ‘juicio callejero y popular’ luego de ser capturados por ciudadanos del común.
Peligroso recurso este que nos recuerda las peores épocas de la mal llamada limpieza social para atacar indigentes, prostitutas o drogadictos. O los tristemente célebres grupos de autodefensas campesinas que terminaron convertidas en poderosos ejércitos al servicio de la mafia.
La explicación a esta forma de actuar no hay que buscarla lejos. La gente está cansada de sentir que la inseguridad gobierna sus vidas, que la Policía no actúa y que si lo hace un juez o un fiscal terminarán dejando libre al ladrón. Pero ¿son suficientes estas razones para actuar en gavilla?, ¿es sólido el argumento de que no hay justicia?
Petro recuerda que más que ejercer autoridad por mano propia hay que ver las cifras que hablan de una tasa de homicidio histórica en la ciudad, la más baja en décadas, y que ese es un síntoma de que la seguridad en Bogotá ha mejorado. Y responsabiliza a los medios de querer proyectar una imagen según la cual las cosas andan mal.
El Alcalde yerra al querer convencernos de que menos homicidios se traduce en mayor seguridad, entre otras, porque la mayoría de ellos se originan en ajustes de cuentas, riñas o trago. Sin duda, salvaguardar la vida está por encima de cualquier otra consideración. Y es inobjetable que hay menos asesinatos, aunque no conseguimos llegar a un dígito por cada 100.000 habitantes. Incluso, ha habido
períodos en los que hemos subido un punto. Pero reconozcamos que en este frente estamos mejor que el resto de capitales. No obstante, la sensación de inseguridad no se la está inventando la gente, está ahí, en la calle, la vive a diario, la padece a diario, la sufre a diario y la comparte a diario. Y se traduce en miedo a salir a la esquina, a tomar un bus, a quedar en un trancón, a pasar por una calle oscura; se palpa cuando se reza por los hijos que se van de rumba y uno queda con el corazón en la mano, como dicen las abuelas. Hay temor de dejar la casa sola, usar el celular en lugares públicos, sacar plata del cajero, del que me mira, del que va al lado... Eso es lo que genera la sensación de inseguridad, se sea víctima o no. Porque la victimización también creció, según el Observatorio de
Seguridad de la Cámara de Comercio.
Hace un par de meses, la empleada de un reconocido centro de belleza del norte de la ciudad salió con su sueldo hacia su casa. A pocos metros de la residencia, un sujeto la asaltó para hurtarle el bolso. Al oponer resistencia, esta madre soltera casi fue degollada por el hampón. ¿Es eso percepción? Hace tres semanas, un joven fue asesinado en un puente peatonal por robarle el celular. Las autoridades anunciaron operativos en varios de estos lugares para que casos así no se repitieran. Pues esta semana, otro joven fue apuñalado en un puente peatonal cercano al que cobró la primera víctima. ¿Es eso percepción de inseguridad? Un periodista de Citytv fue asaltado con cuchillo en la misma calle donde funciona el club de la Policía. ¿Es eso percepción o realidad?
Por supuesto que no puede hacer carrera esa práctica abominable de acabar con la vida de alguien, por malo que sea. Nos convertiría también en criminales. Pero es a la Alcaldía y a la Policía a quienes corresponde evitarlo con acciones concretas: mejor información, campañas de prevención, más autoridad, más estrategias y una alta dosis de justicia, la parte más difícil, sin duda.
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